La equidad de género y la ciencia: avances y retos en los centros de investigación

A pesar de décadas de esfuerzo por promover la igualdad, la participación de las mujeres en la ciencia y los centros de investigación sigue siendo significativamente menor a la de los hombres. En Perú, solo el 31.86% de los investigadores registrados en el sistema científico son mujeres, lo que significa que de cada tres investigadores, únicamente uno es mujer. Esta cifra se refleja también en el Registro Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (RENACYT), donde apenas el 27.7% de los docentes investigadores son mujeres. En el caso de Argentina, aunque existe una mejor representación general con aproximadamente el 60% de investigadores siendo mujeres en el CONICET, la disparidad persiste en las categorías más altas, donde solo 1 de cada 3 posiciones senior está ocupada por una mujer.​

A nivel global, las mujeres representan un tercio o menos de los graduados en campos STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) en la mayoría de los países del G20. En España, solo el 34% del alumnado en carreras científico-tecnológicas son mujeres, aunque alcanzan la paridad en ciencias generales. Esta subrepresentación es aún más dramática en disciplinas específicas: en tecnologías de la información y comunicación (TIC), las mujeres representan apenas el 17% del alumnado.​

Brechas Salariales Persistentes

Las desigualdades económicas acompañan la brecha numérica. En México, los hombres que trabajan en ciencias naturales, exactas o computación perciben en promedio 16.28% más que las mujeres, equivalente a una diferencia de 3,629 pesos mensuales. En el caso de España, estudios en universidades públicas han documentado que mientras los hombres (categorizados como TU) perciben 16.26 euros por hora remunerada, las mujeres en la misma categoría perciben 19.95 euros por hora, resultando en una brecha salarial del 23%. A nivel internacional, entre países del G20 con datos disponibles, las mujeres en ocupaciones STEM ganan menos del 85% de lo que ganan sus colegas masculinos.​

Más allá del salario directo, la brecha salarial se perpetúa a través de mecanismos menos visibles. En instituciones donde la remuneración depende de evaluaciones externas de productividad (como sexenios académicos), las mujeres acceden a estos complementos en menor medida, a pesar de mantener niveles de productividad científica casi equivalentes a los hombres.​

El Impacto de la Maternidad y las Responsabilidades de Cuidado

Uno de los obstáculos más significativos para las mujeres en la ciencia es la conciliación entre maternidad y desarrollo profesional. Según una encuesta global realizada por “Mothers in Science” con casi 9,000 participantes de 128 países, el 34% de las madres investigadoras ha abandonado sus carreras STEMM a tiempo completo, comparado con solo el 12% de los padres. Este abandono puede manifestarse como cambios a trabajos de menor dedicación, aceptación de posiciones menos demandantes o cambio a otro sector profesional.​

Las consecuencias van más allá del abandono de carreras. Existe una brecha de publicación persistente entre madres y padres investigadores, que se mantiene durante toda la carrera profesional. Este fenómeno es particularmente crítico en contextos competitivos donde la publicación es esencial para el avance profesional (el concepto de “publish or perish”). En Perú y otros contextos latinoamericanos, investigadores han documentado que el cuidado de hijos dificulta significativamente el desarrollo de mujeres en investigación, afectando su disponibilidad para asistir a congresos internacionales, realizar posgrados en el exterior o dedicar tiempo a actividades que generan reconocimiento académico.​

Las responsabilidades de cuidado recaen desproporcionadamente en las mujeres. Incluso en generaciones más jóvenes de investigadoras, las tareas domésticas y de cuidado siguen siendo asociadas primordialmente con lo femenino, limitando la disponibilidad de tiempo para actividades científicas de alto impacto.​

Segregación Horizontal y Vertical

La ciencia experimenta una segregación de género en dos dimensiones: horizontal y vertical. La segregación horizontal se refiere a la concentración de mujeres y hombres en diferentes disciplinas. Las mujeres tienden a concentrarse en ciencias sociales, educación y humanidades, mientras que los hombres dominan campos como ingeniería y tecnología de la información. En universidades públicas de España, esta segregación es evidente: las mujeres tienden a concentrarse especialmente en Ciencias Sociales, mientras que los hombres lo hacen más en Ingeniería y Tecnología. Esta segregación horizontal tiene consecuencias económicas, ya que los campos feminizados típicamente tienen menor salario y estatus que aquellos dominados por hombres con niveles similares de cualificación.​

La segregación vertical describe la distribución desigual en niveles jerárquicos. Aunque las mujeres pueden estar bien representadas en niveles iniciales de la carrera científica, su porcentaje disminuye considerablemente a medida que avanzan hacia posiciones de liderazgo. En categorías de investigador senior (Grado A), la presencia femenina sigue siendo significativamente menor. En México, por ejemplo, mientras las mujeres representan aproximadamente el 31% del personal investigador general, ocupan apenas el 22% en la categoría más alta.​

El Techo de Cristal y Barreras Invisibles

Existe un fenómeno conocido como “techo de cristal” en los centros de investigación: barreras que no se ven a simple vista pero terminan impidiendo o retrasando el ascenso a cargos jerárquicos mejor remunerados. Estas barreras son estructurales y culturales. Investigadoras reportan que, aunque no experimentan discriminación explícita durante las etapas iniciales de sus carreras, cuando intentan ascender a posiciones de liderazgo enfrentan resistencia sistemática.​

Un estudio clásico en la ciencia documentó que las mujeres necesitaban superar a los hombres en tres categorías de méritos científicos, ser 2.5 veces más productivas y tener significativamente más trabajos publicados para obtener el mismo reconocimiento. Este fenómeno de “techo de cemento” se intensifica cuando las mujeres enfrentan decisiones sobre maternidad: investigadoras han reportado que solicitudes para becas de investigación fueron rechazadas o retrasadas debido a embarazos, incluso con documentación médica que justificaba el tiempo de reposo.​

Desafíos Particulares en el Trabajo de Campo

Las investigadoras que realizan trabajo de campo enfrentan desafíos específicos y adicionales. En contextos como Perú, donde las condiciones laborales para la investigación son limitadas, las mujeres científicas son más vulnerables a situaciones que ponen en riesgo su integridad sexual y psicológica. Muchas normalizan o invisibilizan estos episodios, lo que perpetúa un ciclo donde los riesgos específicos de las mujeres en investigación permanecen sin abordar institucionalmente.​

Avances Significativos en Iniciativas de Mentoría

A pesar de los desafíos, se han implementado iniciativas prometedoras para mejorar la equidad de género. En Perú, el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (CONCYTEC) formalizó en 2025 la instalación del “Comité Pro Mujer en Ciencia, Tecnología e Innovación”, con la ingeniera mecánica Ruth Aracelis Manzanares Grados como presidenta. Este comité, vigente por dos años, busca promover un ambiente inclusivo y equitativo.​

Un logro notable es el programa de mentoría impulsado por el British Council en alianza con CONCYTEC, que desde 2020 ha capacitado y certificado a 150 investigadores senior (mujeres y hombres) como mentores de investigadoras de carrera temprana. La importancia de esta iniciativa radica en que la investigación científica demuestra que la presencia de relaciones efectivas de mentoría es un fuerte indicador de éxito profesional para investigadores que inician sus carreras.​

Recientemente, UNESCO Perú, en alianza con el British Council y la Red Internacional de Mentoría para Mujeres en STEM, promovió entre septiembre y noviembre de 2024 el “Programa de Capacitación en Diseño e Implementación de Programas de Mentoría para Mujeres en STEM”. Este programa capacitó a cinco destacadas científicas indígenas de la Amazonía peruana, incluyendo investigadoras de Pasco, Ucayali, Arequipa y Loreto, para convertirse en mentoras de jóvenes mujeres indígenas en disciplinas STEM orientadas a la gestión sostenible de recursos naturales.​

En Ecuador, la Universidad de Cuenca desarrolla el Programa de Mentoría para Mujeres Científicas (PROMEMCI), que desde 2022 ha reunido a más de 100 participantes de 12 nacionalidades. En su IV Cohorte (2025), 22 mentorandas (estudiantes de maestría, doctorado y profesoras de carrera temprana) completaron procesos de acompañamiento con mentores y mentoras comprometidos con impulsar su desarrollo científico.​

Políticas Institucionales y Marcos Normativos

Instituciones de investigación en la región han comenzado a institucionalizar la equidad de género. En Chile, el CONICYT (ahora ANID) implementó la “Política Institucional de Equidad de Género en Ciencia y Tecnología 2017-2025”, con ejes estratégicos que incluyen políticas públicas para la equidad, democracia paritaria, corresponsabilidad social en cuidado, y educación con perspectiva de género. Complementariamente, en 2023 la Universidad de Talca participó en el programa nacional INES Género de ANID, que financia proyectos internos dirigidos por mujeres para impulsar la paridad.​

Una iniciativa regional notable es la “Comunidad de Prácticas de Universidades y Centros de Investigación de América Latina” para la institucionalización de enfoques de igualdad de género, creada en 2019 bajo el proyecto europeo “ACT on Gender” (Horizon 2020). Esta comunidad, coordinada por la Cátedra Regional UNESCO Mujer Ciencia y Tecnología (FLACSO, Argentina), ha facilitado que 14 instituciones de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú y Uruguay formulen e implementen planes de igualdad de género.​

En Argentina, se han documentado avances en políticas institucionales. La Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) cuenta con 61% de estudiantes mujeres (mayores que en hombres) y 66% de egresadas. Además, a diferencia del CONICET nacional, las mujeres ocupan el 53% de cargos de autoridad en la universidad. Sin embargo, a nivel nacional, solo el 20% de las rectoras de universidades son mujeres.​

Mejoras en Reconocimiento y Aplicación de Conocimiento

En la Universidad Pontificia Católica del Perú (PUCP), se observan avances: el 38% de los Centros e Institutos adscritos a la Vicerrectoría de Investigación están liderados por mujeres. Adicionalmente, entre 2020 y 2023, el 31% de docentes PUCP que publican en Scopus son mujeres. Un indicador especialmente prometedor es que el 53% de solicitudes de patentes presentadas en los últimos cinco años (2018-2022) incluyen la participación de al menos una inventora PUCP. Entre 2020 y 2022, 15 inventoras PUCP fueron reconocidas en la Exposición Internacional de Inventos de Mujeres de Corea (KIWIE).​

Recomendaciones y Direcciones Futuras

Para avanzar hacia una verdadera equidad de género en los centros de investigación, expertos en la región identifican varias áreas de acción. Primero, se necesitan políticas públicas con financiamiento específico, incluyendo agendas de investigación dirigidas por mujeres y fortalecimiento de programas de mentoría formal.​

Segundo, es fundamental la visibilización temprana de referentes femeninos. Esto incluye estrategias de reclutamiento que vayan directamente a escuelas secundarias para atraer niñas a carreras STEM, así como la promoción de científicas destacadas en medios y espacios académicos. Actualmente, en paneles académicos y convocatorias de medios persiste la tendencia de invitar exclusivamente a hombres como expertos.​

Tercero, cambios en estructuras de evaluación y flexibilidad laboral son esenciales. Esto incluye no programar reuniones fuera del horario escolar, permitir acumulación de créditos académicos durante períodos de maternidad, y evaluar méritos científicos sin penalizar a investigadoras que toman tiempo para cuidado parental.​

Cuarto, se requiere institucionalización robusta con sistemas de monitoreo y evaluación que permitan rastrear progreso en indicadores de género y ajustar políticas en consecuencia. Las políticas de género deben transversalizarse en todas las instituciones científicas, no quedarse en iniciativas marginales.​

Finalmente, es imprescindible establecer protocolos de seguridad y protección contra acoso y violencia laboral en centros de investigación, especialmente en contextos de trabajo de campo. También es importante crear espacios de cuidado (guarderías) en universidades e institutos de investigación, lo que facilita la participación laboral de investigadoras que son madres.

Perspectiva Integral

La investigadora Verónica de la Fuente del CONICET argentino subraya que “el avance de la ciencia necesita pluralidad de ideas y opiniones, y la diversidad de personas que participen en ciencia aporta muchísimo en este sentido. Sin dudas, el rol de la mujer científica es esencial no solo para la producción del conocimiento científico en sí mismo, o para lograr representatividad y fomentar la diversidad de personas que hacen ciencia, sino también para que la misma ciencia sea inclusiva en cuanto a sus objetivos y alcances”.​

Un ejemplo concreto: durante décadas, la investigación biomédica realizó estudios principalmente con sujetos experimentales machos, argumentando que la variación hormonal femenina podría afectar los resultados. Las conclusiones de estos estudios eran extrapoladas a la población general, causando problemas en salud humana. Solo con mayor participación de investigadoras, este sesgo fue identificado y corregido.​

La equidad de género en los centros de investigación no es solo una cuestión de justicia social; es una necesidad científica para que la investigación sea más robusta, inclusiva y orientada a resolver problemas que afecten a toda la población.